Desde ayer he estado hablando y pensando sobre la inspiración. Tema fascinante, sin duda, y a la vez tan complejo. Sobre él exponen elementos como la musa, el ejercicio de las habilidades, el trabajo diario, estados de ánimo y hasta la alineación de los planetas, como posibles explicaciones de este efecto en las personas.
Hoy quiero hablar de un caso específico: un episodio que me viene ocurriendo desde ayer y que continuó esta mañana cuando desperté. Resulta que el miércoles en la noche "R" me regaló un libro de Wheeler Winston Dixon y Gwendolyn Audry Foster, titulado Breve historia del cine. Yo lo miré feliz con una gran sonrisa porque había decretado que hasta que no hubiese un pénsum decente de cine en Venezuela o pudiera irme a estudiar afuera, iba a "auto educarme". Fue amor a primera vista, pues.
La noche siguiente (ayer) empecé a ver The artist al llegar del trabajo, sí, la película de Michel Hazanavicius que tiene un buen número de nominaciones a los Oscar, y no pude terminarla porque el cansancio del día me venció. Debo hacer una confesión que me da un poco de verguenza antes de continuar: el hecho de que fuera una película muda no me generaba gran emoción, mis expectativas eran bajas a pesar del gran revuelo que ha levantado (vaya, sí me equivoqué).
Esta mañana desperté y sin levantarme de la cama encendí el televisor y el dvd para continuar con la función que había interrumpido. Y entonces, llegó.
Bella, encantadora, musical, seductora e inteligente, la inspiración se paseaba por mi cuarto haciendo movimientos circulares que danzaban a ritmo de tap. The artist te enamora con la nostalgia, con la belleza de la simplificación, de las raíces, de las pequeñas cosas, de lo que pertenece a otra época y que -conociéndolo o no- sientes que extrañas.
Lo uno con el regalo que me hicieron hace dos días porque siempre es emocionante leer sobre la historia, más si viene acompañada de hechos y detalles que nos recuerdan que de algún modo aun hoy está viva entre nosotros.
La cinta de Hazanavicius trajo de vuelta, en pleno siglo XXI, una época dorada que se nos había quedado tan lejos. Nos hizo el favor a quienes no fuimos a buscarla en los archivos, traerla para nosotros y enamorarnos sin remedio de ella.
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