Acabo de llegar a mi casa luego de ver The Hangover (¿Qúe pasó ayer?) parte 2. Debo decir que desde Due Date (Todo un parto) no me reía tanto. Por supuesto que esto no es producto de la casualidad: en ambos proyectos están involucrados los mismos realizadores y un actor en común, el hilarante Zach Galifianakis. Esta secuela dirigida por Todd Phillips ya rompió récord convirtiéndose en el mejor estreno para una comedia a escasos cinco días de su lanzamiento.
Este, sin duda, es un caso exitoso de las temidas segundas partes. Los más negativos dirán que es el mismo asunto de la primera entrega trasladado a la ciudad de Bangkok. Yo diría que es el resultado de la buena ejecucución de un concepto que ya está en el inconsciente de la cultura pop actual. Unas buenas, y sobre todo divertidas, actuaciones hacen de esta comedia una buena opción para desconectarse y reírse a más no poder. La risa tiene poder sobre las personas y consigue dinero también: ha logrado ganar 137,4 millones de dólares en taquilla en Estados Unidos y Canadá desde el pasado 26 de mayo.
Ahora, como si de una amanecida se tratara, reímos de manera más moderada para no sufrir tanto los dolores abdominales que provocaron las dos horas en la sala de cine. Duele ligeramente la cabeza y no te sacas de la mente la cara redonda y barbuda de Galifianakis, que sin expresión, pose o diálogo alguno te hace sonreír. Una buena oportunidad para disfrutar un rato, relajarse y brindar por la amistad. Como diría Fito Páez: "me gusta abrir los ojos y estar vivo, tener que vérmelas con la resaca". Y que lo digan estos tres panas.
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