domingo, 4 de enero de 2015

Quiero más tiempo para escapar

Quisiera ser una de esas personas que puede leer en el metro, abarrotado de gente, a hora pico, con música y personas hablando (gritando) a su alredeor. Cuando estoy leyendo un libro debo estar concentrada, en silencio, el mundo se apaga, quedamos la novela (generalmente) y yo. Una vez que estoy metida ya es más difícil que algo pueda interrumpirme, a mi alrededor pueden estar pasando un montón de cosas, pero estoy viviendo otra realidad.

Quisiera poder ser de esos que pueden leer dos minutos, hacer algo y luego leer unos minutos más. Yo me pico. Sí. Siempre digo "me voy a sentar a leer" y es casi un ritual, me preparo para eso, tomo todo lo que me pueda hacer falta, una galleta, un vaso de agua, para que no sea necesario parar a buscar algo. La idea es que nada interrumpa ese momento. Con el trabajo y la rutina se ha vuelto cada vez más complicado tomar ese tiempo para cumplir mi ritual, para dedicarme a disfrutar por completo una nueva historia. Sin embargo, creo que estoy mejorando porque cada vez más me propongo leer aunque sea unos minutos, el tiempo que pueda cada día.

Mi receso de diciembre, que no fue más que dos semanas de trabajo desde casa donde digamos que bajamos un poco la marcha por Navidad, sin descuidar nuestras obligaciones, fue la oportunidad perfecta. En el aeropuerto de Maiquetía, durante la espera de nuestro vuelo a Barcelona me di cuenta que no llevaba ningún libro para leer. Fuimos a una de las pequeñas librerías con la esperanza de encontrar algo más que Cincuenta Sombras de Grey y Paulo Coelho. Cuando voy a comprar literatura generalmente es un libro o un autor que conozco, que me han recomendado o del que he escuchado algo. Miré los estantes y la vidriera, nada me saltaba diciendo "léeme" y por primera vez hice algo diferente a lo acostumbrado.

Miré una portada, me gustó el título y lo compré. La verdad entré 30 segundos a Lecturalia como por no dejar y lo compré. El elegido fue Un ángel impuro de Henning Mankell. Les confieso que nunca había escuchado su nombre, mucho menos leído algo sobre su trabajo. Pero aquel título y la sinopsis típica de contraportada me dieron una energía que no sé cómo explicarles. Creo que todo depende también del momento: estaba a punto de volver a casa, visitar a mi familia, vivir una nueva Navidad, escapar unos días de la dura Caracas y la rutina. Dije "esto es lo que quiero": una historia nueva, un autor nuevo y nada parecido a mi último libro (Los años de Peregrinación del Chico sin color, de Murakami).

En dos semanas terminé esta historia de una mujer que se ve forzada a abandonar su hogar, más tarde todo lo que conoce, para llegar a otro país, otro continente, con un idioma que desconocía y prácticamente otro mundo. Uno lleno de supersticiones, maltratos, desigualdades, pobreza, injusticias y espíritus. No quiero hacer un análisis de la novela, solo se las recomiendo si la ven por allí, es reciente, publicada en el 2011.

El propósito de año nuevo en el que me concentro por ahora es aprender a hacer microlecturas, leer cada vez que pueda aunque eso signifique unos pocos minutos al día. Pero leer siempre. Quiero un nuevo ritual, uno que no implique tanta ceremonia sino minutos de escape sin programación previa. Quiero más. Quiero más tiempo para escapar.


2 comentarios:

  1. Me pasa algo similar, necesito una burbuja donde seamos mi lectura de turno y yo. Y en estos días llego tan cansada a casa y el último poquito de concentración lo necesito para los temas del postgrado... yo también quisiera leer diariamente, asi sea un poquito no mas.

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    1. ¡Totalmente! Hay que intentarlo, sino nos perdemos de toda la diversión y así tampoco ¡Suerte para ambas!

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