viernes, 27 de mayo de 2011

Despertar (Microcuento Oct/2010)

La calma sobre la superficie del agua le recordaba lo azul que había sido el cielo una vez. Era un recuerdo que se sumergía frío hasta entumecerle todo el cuerpo. Al borde de la baranda, no poder moverse; era un alivio pasajero. Para Carlos, los colores se fueron difuminando, como eternas madrugadas que entre dormidas y despiertas no ven la luz. Sin necesidad de decir adiós, la vida se convirtió en una silla solitaria a la orilla del mar, que inevitablemente sería roída por la sal. Parado en el puente ya no había lluvia ni arcoíris, sólo aire. El aire que nadie le ayudaba a respirar.

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