Hoy por fin anunciaron los precios de las entradas para el partido amistoso entre España y Venezuela. Como se especulaba desde hace días, el alto costo de los boletos para el juego que se realizará en Puerto La Cruz resultó ser real, tan real como la inflación y el "costo e' la vida" como diría Juan Luis Guerra. Para "maquillar" la cuestión habrá un concierto previo con Franco De Vita y Carlos Baute, sí el mismo que cantaba que se quedaría hasta la muerte en Venezuela y ya tiene años viviendo en España.
Pues sí, lo que se suele hacer en Venezuela con todo: convertir las cosas en un "showsito", buscar dos caritas conocidas para darle promoción, emocionar a la gente y en última instancia soltar con una gran sonrisa la invitación a sacarse una pequeña porción del ojo de la cara para pagar por el evento en cuestión. No quisiera hablar del trasfondo político que tiene: meterme con la FVF, la gobernación de Anzoátegui, Movistar y Evenpro me da pereza. De lo que me gustaría hablar es del día en el que el campeón del mundo no esté visitando Venezuela, sino el día en el que Venezuela llegue a otros países como el campeón mundial.
Todo el país se vestirá de Vinotinto, sin duda. Habrán cánticos que proclamen la lealtad eterna a la selección nacional. Habrán videos emotivos con alguna canción de piano en todos los canales de televisión local. Dirán en todos los países que Venezuela ya no es la cenicienta o cualquier otro adjetivo de esos que repiten y repiten los comentaristas de fútbol. La plaza Alfredo Sadel se llenará de gente que por primera vez no va a aupar a Italia, Brasil, Argentina o incluso ¿Grecia? sino que dirán "miércoles sí, ganó Venezuela, que loco ir con mi bandera".
Cantarán el himno como si no hubiera mañana. Llorarán de emoción, se abrazarán entre amigos, familiares y desconocidos. Rumbearán la semana entera. Probablemente se nombrará ese día como no laboral. Las casas exhibirán el tricolor como si se tratara de una fecha patria. Esquivel y Farías darán declaraciones diciendo lo contentos que están de que lo que no pudieron hacer ellos lo están haciendo otros.
Todos sonreirán en la calle, se saludarán entre vecinos. Ese día la gente dirá buenos días, buenas tardes, buenas noches, gracias y por favor. Parecerá navidad con utilidades. Rápidamente Chino y Nacho harán un reggaetón junto a otros artistas para homenajear a la Vinotinto. Harán una cuña estilo mensaje de fin de año donde todas las personalidades de la televisión se unan para felicitar a sus jugadores.
En fin... Probablemente pasen todas esas cosas y otras más. Pero sobre todo me gustaría pensar que desde mucho antes de ese día ya los venezolanos se lo crean. Que la Federación funcione, no como una fiestecita de complacencias, sino como una institución que trabaje de verdad. Que el fútbol haya crecido porque se invirtió en su profesionalización. Que el talento haya recibido el apoyo que necesitaba, porque eso sí hay aquí: talento. Que la gente se haya dado cuenta de que en su país habían jugadores desde hace tiempo jugando por ellos. Que esa misma gente haya lamentado las derrotas en el camino, haya saltado de alegría con las victorias y discutido afanosamente los empates tomándose un café en la panadería.
Finalmente, me gustaría ir a ver el partido que habrá en junio entre España y Venezuela pero creo que me quedaré en casa a verlo por televisión. A los que desde el domingo comprando las entradas tendrán la camisa de "La Roja" puesta, en vez de la Vinotinto, les mando un mensaje para pensar mientras hacen la cola: el día que pase todo lo que conté antes ustedes serán los primeros en decir "de Venezuela soy". Los invito a que practiquen desde ahorita, cuando estén en el José Antonio Anzoátegui en medio de un grupo de niñas (y niños también) gritando "Casillas te amo", piensen que todo empieza con ustedes. Disfruten del fútbol, pero cuando quieran llorar y sentir orgullo háganlo con lo que es de ustedes. Hagan una victoria propia: la que se escribe con "V" de Venezuela y de Vinotinto.
cosas como estas son tristes.. los precios muy altos.
ResponderEliminarEs lamentable que el abuso sea una constante en este país. Pero aunque no lo creas: sigo optimista. Saludos!
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