El jueves pasado en mi clase de Gestión Cultural e Innovación surgió un comentario sobre la teoría de los seis grados de separación. Evidentemente, se trata de una asignatura donde se discute muchísimo sobre el ecosistema digital, nuevas tecnologías, redes sociales, etc. Yo había escuchado algo sobre este estudio, pero después de ese día me quedé pensativa con el tema. Ni siquiera era parte de la clase, fue un simple comentario pero en este momento específico llamó mucho mi atención.
Esta semana ocurrieron dos asesinatos de hombres negros en Estados Unidos a manos de la policía. Ambos fueron grabados en video por testigos, las imágenes son terribles. No solo porque prácticamente ves a dos personas morir, sino por el poco sentido que tienen estas acciones fatalmente violentas por parte de las autoridades, parecen ejecuciones. Estados Unidos tiene ya un historial de este tipo de violencia que vinculan con un racismo que me parece, cuanto menos, despreciable.
Escuché a alguien decir en la calle, casi con tono aliviado, que por lo menos en Venezuela no teníamos ese tipo de hechos. Que de nosotros podrán decir lo que quieran pero no que matamos a la gente porque es negra. Quizá esto les parezca un comentario tonto, para algunos capaz hasta tenga sentido. Pero es que la forma en la que fue dicho revelaba algo como: en Venezuela no somos racistas, aquí matan a cualquiera porque sí, seas blanco, negro, pelirojo, asiático, moreno, árabe...
El comentario me indignó de una forma que no estoy segura de poder explicar, probablemente estaba muy sensible por los videos que había visto. Ignoré a esas personas y me alejé, soy de esas que evita a toda costa la confrontación y más en un país donde mirar feo ya puede ser motivo de un balazo. El punto es que me dejó muy pensativa también ese comentario y recordé algo que dijo un profesor que me daba clase en pregrado: "el venezolano claro que es racista". En ese momento me impactó escuchar esa afirmación, si aquí lo más común del mundo es ser negro, tener un familiar o amigo negro. Nosotros le decimos negro o negra a la gente por cariño, no por querer denigrar o ser ofensivos.
Esa opinión fue cambiando con los años, vas creciendo, conociendo gente y siendo cada vez más observadora. "Trabajando como un negro", "más sospechoso que negro enflusao'", "cállate que tú eres negro". Son frases que en la mayoría de los casos dicen en tono de chiste, pero con el tiempo también he aprendido que las palabras tienen un peso grande, que no son para utilizarlas a la ligera y que está en ellas la enorme carga de mantener este mundo andando.
Claro que somos racistas, la clave está en que el venezolano "todo lo toma a chiste" porque somos "alegres y vivarachos". Porque no respetamos el lenguaje y creemos que igual siempre hay gracia detrás de la morisqueta. Este ha sido un año difícil, más que el anterior y ese más del que le precedió. Contrario a lo que muchos pensarían (eso de "ve el lado bueno"), me he vuelto más aguda detectando nuestras fallas cotidianas, buscando explicación a lo que estamos viviendo. No entiendo por qué mi Facebook se tiene que llenar de comentarios tan estúpidos como: "qué hacen lamentando la muerte de dos gringos cuando aquí matan a miles cada año como si nada". Como si la vida de esas dos personas fuese menos importante, como si no fuera igual de lamentable que los asesinatos registrados diariamente en Venezuela. ¿En qué momento nos volvimos tan idiotas e ignorantes? ¿O es que siempre fuimos así?
El racismo es uno de los actos más viles, despreciables y estúpidos que puede existir. Lo pongo en el mismo escalón detestable de asesinos, secuestradores, ladrones, malandros... ustedes pónganle el nombre. Para mí son la misma desgracia, hacen peor este mundo, hacen de él uno que no quiero para mis hijos y me hacen perder la fe. Afortunadamente, no sé si como verdad o consuelo inconsciente, creo que somos más los que estamos del otro lado. Me da vergüenza y tristeza que con algunos racistas tenga menos de un grado de separación. Pero así es la vida, a pesar de todo creo que nos une una fuerza más grande que ha evitado nuestra extinción desde hace años, aunque la merezcamos.